5 octubre, 2017

LA FAMILIA COMO FACTOR DETERMINANTE DE DESARROLLO EN LOS BEBÉS

Es indiscutible el valor que tiene la familia para el desarrollo social del bebé, pues es su primer escenario de socialización. Es la familia quien le muestra las normas sociales que permiten su integración  a  la cultura. Desde la adquisición del idioma, hasta las costumbres, la religión, las creencias y los comportamientos sociales el bebé los adquiere en el contexto familiar. Pero también valores y principios como el respeto al otro, la solidaridad, la ética, entre otros, se desarrollan en el niño cuando es cuidado con amor por su núcleo familiar. “La familia representa un sistema de participación y exigencias; un contexto, donde se generan y se expresan emociones; un clima social, donde se proporcionan satisfacciones y se desempeñan funciones relacionadas con la socialización” (Valencia).

Los niños aprenden por imitación. Las normas cívicas también son aprendidas en el contexto familiar. Si un bebé observa que sus papás son cordiales, saludan al llegar a un lugar, ceden el puesto a una persona de edad en el bus, son solidarios con sus vecinos, son pacíficos, respetan las señales de tránsito, con seguridad adquirirá esta conducta y tendrá rasgos de personalidad similares. Si por el contrario, vive en un ambiente de agresividad, será agresivo y difícilmente podrá relacionarse con los otros de forma pacífica y tolerante.

Desde la época moderna, y cada vez con mayor acentuación, la responsabilidad de educar a los niños se ha otorgado a las instituciones educativas. Sin embargo, no hay mejor escuela para un bebé que un buen hogar. El equilibrio mental, la capacidad de adaptación, de resolver problemas de forma creativa y acertada, depende en mayor parte de la cantidad de abrazos, caricias y del amor que podamos brindarle a nuestros bebés. De nada sirve que esté en talleres de estimulación, si el vínculo familiar no está constituido. Es gracias a ese vínculo que el proceso de aprendizaje se hace significativo para él, ya que le brinda seguridad, autonomía y equilibrio emocional al bebé. La familia es el lugar en el que crecemos, donde aprendemos a ser quienes somos, donde formamos nuestra personalidad y el principal pilar de nuestro entorno psicosocial.

Así pues, la familia, además de cubrir las necesidades básicas de alimentación y abrigo que les harán crecer más sanos, cumple un importantísimo papel en el desarrollo social y emocional de los niños en sus primeros años de vida. Y esto es así porque durante estos años se forma su personalidad y su carácter. Por eso es tan necesario que les brindemos la oportunidad de crecer en un ambiente que le permita adquirir y desarrollar las habilidades personales que queramos para ellos en su vida adulta.

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